Miércoles 21/05
Una de las experiencias más reveladoras del día fue la observación de una sesión de evaluación oral en la asignatura de Español, conocida como Le Grand Oral, dirigida a alumnado de último curso. Este examen, de carácter transversal, permite al alumnado exponer temas de actualidad social abordados desde diferentes disciplinas. En esta ocasión, las presentaciones giraban en torno a cuestiones de gran calado humano: la dependencia de las personas mayores y su relación con la dignidad personal, las ayudas económicas para garantizar una alimentación saludable a estudiantes, o la necesidad de incorporar más actividad física diaria como medida de prevención social y promoción de la salud.
Esta práctica no solo evalúa la competencia comunicativa, sino que se convierte en una herramienta pedagógica potente para fomentar la empatía, el pensamiento crítico y la conciencia ciudadana. La rúbrica de evaluación utilizada permite objetivar el proceso, garantizando criterios claros y promoviendo la autorreflexión del alumnado. Resulta una propuesta inspiradora para integrar la inclusión social como contenido y objetivo pedagógico a la vez.
Otro de los aspectos que más nos ha impactado ha sido el enfoque sostenible del centro, visible especialmente en la gestión del comedor escolar. Este espacio, compartido por alumnos y profesores en zonas diferenciadas pero regido por los mismos principios, está situado en un entorno natural que invita al descanso y a la conexión con el entorno. Más allá del espacio físico, el verdadero valor reside en las prácticas diarias: los mensajes visibles que invitan a no desperdiciar comida, la separación rigurosa de residuos (papel, envases, utensilios) y la implicación de toda la comunidad educativa en estas tareas.
Se
trata de una educación ecológica que no se queda en lo declarativo, sino
que se encarna en la práctica cotidiana. Esta coherencia entre discurso y
acción es, a nuestro juicio, uno de los grandes retos (y logros) de la
educación sostenible.
Una
particularidad del sistema educativo francés que desconocíamos y que nos ha
parecido especialmente relevante es la distribución horaria de los miércoles.
En todos los centros del país, esta jornada se reduce a dos o tres clases,
dejando espacio para el estudio individual, la realización de tareas y, en
definitiva, la gestión autónoma del tiempo. Esta medida, lejos de ser una mera
reducción de carga lectiva, responde a una visión integral del aprendizaje, que
contempla el descanso, la planificación y el autocuidado como dimensiones
necesarias en el desarrollo del alumnado.
Asimismo,
observamos una clase de Historia impartida parcialmente en inglés, dirigida a
estudiantes con interés en carreras como Derecho o Traducción. Esta propuesta,
que combina contenidos curriculares con aprendizaje lingüístico, refleja una
planificación adaptada a los intereses y trayectorias personales del alumnado,
favoreciendo una orientación más significativa y motivadora.

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